lunes, 21 de marzo de 2011

Always

De nuevo, como cada mañana, suena el despertador. Las siete y media. Otro día más, piensas con un suspiro mientras lo apagas. Pero siempre, sin darnos cuenta de que no valoramos lo que realmente tenemos. Porque, más tarde, llegas al instituto, pensando que tienes matemáticas, triste por el día que te espera. Y, de repente, una sonrisa inesperada, una mirada o un simple abrazo de un amigo, un chiste o incluso alguien con quien conversar entre clase y clase, que te alegra la mañana. Y luego llega el finde, y llegan aquellos que viven lejos, con los que sabes que vas a pasar un sábado como los de todas las semanas, pura rutina, nada nuevo, pero que te das cuenta de que nada sería lo mismo sin ellos. Esas pequeñas cosas que te hacen sonreir día a día, que te hacen ver que los días pueden dejar de ser grises gracias a ellos. Aquellas personas a las que dirías siempre, gracias por ser como sois.

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